lunes, 20 de diciembre de 2010

viernes, 10 de diciembre de 2010

MI NIÑO NO TIENE CUNA





Noche, pesebre y estrella,
la luna agita sus aspa...
Niño de azucenas duerme
arropadito en la paja.
Reposa el brazo, el espíritu
del sueño remomta el ala,
y el hombre cierra las puertas
a María embarazada.
El eje gira que gira,
el Orbe danza en su barra;
en los célicos parajes
un lucero se agiganta.
María encontró refugio
para acunar la esperanza.
Hay aliento de silencios,
de fríos y de horas largas.
¡Ay... mi niño de azucenas
arropadito en la paja!,
¡mi niño no tiene cuna
para sus sueños de nácar!
El eje gira que gira,
el tiempo se pone en marcha...
Soles apagando estrellas,
lunas al sol amortajan,
ríos desgarrando cauces,
olas que suben y bajan,
y el hombre sigue cerrando
puertas a la embarazada.
,
El eje gira que gira,
otras tierras, otras razas,
otros homres, otros niños,
otras madres, una nana:
¡Ay, mi niño de azucenas
arropadito en la paja,
mi niño no tiene cuna
para sus sueños de nácar,
mi niño no tiene cuna
para mecer la esperanza!.

CANCIÓN DE CUNA AL NIÑO





¡Niño de la piel de luna!,
¡Niño de los ojos de agua!.
Pastorcitos en la cuna,
monarcas en las montañas.
Aquieta belén su canto...
Sobre la techumbre danzan
mil estrellitas ligeras,
luceros de faz galana.
Los párpados de la noche
cierran su alud de pestañas,
en los recintos, los sueños
hilando sus redes blancas.
Están llamando a la puerta
peregrinos sin posada,
hay un rincón para el hombre,
para Dios, campo y escarcha.
Caminito de la estrella,
sendero de la esperanza,
marcha el burrito llevando
al Universo en el anca.
En un portal sin columnas
de alabastro ni de nácar,
hubo un trono para el Rey
en tibio lecho de pajas.
José le mira en silencio,
María canta la nana...
¡Niño de la piel de luna!
¡Niño de los ojos de agua.!
Déjame hallar el camino
en la luz de tu mirada.

Por las peñas serpentean
las corrientes en cascadas
y hay alegría de peces
moviendo su luz de escamas.
Nacen pétalos las flores,
el aura porta fragancias
más ricas que los perfumes
de las princesas del Asia;
las aves revolotean
en la escena de las ramas.
¡Despertad, durmientes hojas,
cantemos al Dios la nana!...!
¡Niño de la piel de luna!
¡Niño de los ojos de agua!.
Déjanos hallar camino
en la luz de tu mirada.


Por las colinas descienden
los pastores con sus varas,
mantos al hombro celestes,
amarillos y escarlata.
Saltan perlas de rocíos
salpicando las sandalias,
música de las pastoras
batiendo al aire las faldas;
cántaros de rubias mieles,
rebaños de pura lana,
ofrendas para el Infante,
tributos de cuerpo y alma.
Por la colina descienden
cantando a Jesús la nana:

¡Niño de la piel de luna!,
¡Niño de los ojos de agua¡
déjanos hallar camino
en la luz de tu mirada.”

Camellos de arreos oro
siluetas curvas retratan
en los violáceos reflejos
teñidos de madrugada.
Sobre los altos cojines,
la estampa de los monarcas
proyecta sobre los grises
sus efigies coronadas.
Mirra, incienso y oro traen,
tributos de cuerpo y alma,
y al pie de humilde pesebre
cantan a Jesús la nana...
¡ Niño de la piel de luna!,
¡Niño de los ojos de agua!,
El Orbe encontró camino
en la luz de tu mirada.